Querido amor:
Me hiciste sentir algo que no había sentido en mis quince años de vida.
Cada día que te veo, ese sentimiento recorre mi corazón hasta tal punto que mi
mente se nubla por completo y solo consigo visualizar una cosa, una persona:
tú.
Al tenerte cerca siento todas las mariposas del mundo juntas en mi
estómago. Es como querer tocar el sol con las manos, es como querer acariciar
el viento y que se te escape sin que puedas hacer nada.
Cada mañana, cuando me despierto, eres tú la primera persona en la que
pienso, y al acostarme la última. Sabes que te quiero muchísimo, tanto que no
se puede expresar de ninguna manera. Perfecto, todo era perfecto a tu lado: los
días, las noches, las estrellas, el sol, el resplandecer de tu mirada, el
brillo de mi corazón.
No puedo pensar en otra cosa que no sean tus abrazos, tus ojos, tu
sonrisa, los mensajes que siempre me mandabas deseándome un gran día. No sé si
es que fuiste mi primer amor y porque el primer beso fue tuyo, pero me enamoré
como nunca.
Cuando estaba contigo era raro, era especial, único y mágico. Nunca había sentido nada por el
estilo. Me has enseñado que en la vida se necesita un alma gemela. No te voy a
decir que eres perfecto a mis ojos, porque no es así; no eres perfecto y por
eso me gustas tanto.
Pero ahora no estás y yo me siento vacía, como cuando al final del verano
vuelves del campamento y, aún sabiendo que el próximo año vas a volver, sabes
que no será lo mismo, no habrá los mismos sentimientos y la gente habrá
cambiado.
¿Cuánto tiempo ha pasado desde que nuestras manos no están unidas, desde
que nuestros corazones no sienten impulsos, desde que nuestros labios no se
tocan?
Hay muchas cosas que me rondan la cabeza y consiguen crear una tormenta de
arena con mis pensamientos. Te llamo, no me coges; te hablo, no me escuchas; te
digo hola y dices adiós; te digo adiós y no me respondes. Ahora eres la
nostalgia en mi presente.
Todo el mundo dice que no te mereces tantas lágrimas, pero lo cierto es
que aún no he cubierto el cupo de sollozos arrancados del corazón, de pañuelos
usados y de suspiros ahogados. Dicen que tengo que olvidarte, pero… ¿para qué?
Te echo de menos hasta rabiar y quiero que vuelvas con excusas o perdones;
hasta sin ellos, pero vuelve. Añoro la sensación de felicidad que sentía al
pensar en ti, porque dicha sensación se ha ido contigo, encadenándome a una
nada repleta de recuerdos.
Nunca creí en el amor a primera vista. Nunca me enamoré. Y, a primera
vista, me enamoré de ti. El amor es vida y muerte. Es todo y, a la vez, nada.